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Review de “Gambito de Dama” (Scott Frank, 2020)



Desde el 23 octubre, y hasta la fecha, se ha hablado bastante de la nueva atracción aterrizada en la grilla de Netflix. Con sus 7 episodios, "Queen's Gambit" se impuso como favorita a partir de narrar una historia de superación personal acontecida por una joven y perturbada niña prodigio.


Sin embargo la historia de superación (ya narradas hasta el hartazgo en films y series) no fue lo que llamó la atención del espectador para coronarla cómo favorita dentro del Streaming rojo: fueron sus matices, el tono, su exquisita escenografía, sus recursos audiovisuales, y la increíble actuación de Anya Taylor-Joy, lo que nos llevó a introducirnos en un vertiginoso mundo de excesos, combinado con un turbulento contexto internacional, dónde todas las acciones serán atravesadas por las reglas del ajedrez.

La novela homónima de Walter Tevis fue el puntapié inicial para que Scott Frank le dé rienda suelta a un submundo corrompido por la desgracia dónde, sin embargo, logra aflorar el talento de la joven Elizabeth Harmon (Taylor - Joy) quien encuentra refugio y consuelo en la propia lógica que este juego le ofrece, alcanzando así no solo la gloria, sino también los límites de la genialidad y las obsesiones que muchas veces la convertirán en su propio enemigo.


Este producto es el resultante de una serie de elementos bien aceitados, ubicados en el lugar correcto y que otorgan al espectador una sensación de saciedad y adicción que solo es contrarrestada al ver un episodio más. Ese efecto solo se logra cuando una producción posee atributos sólidos que potencian a la historia principal.



En primer lugar, cabe destacar que el realizador puso el acento en narrar una historia ambientada en los '60 dónde el foco de atención es una mujer sumergida en una sociedad sumamente machista.


A su vez la historia irá hilvanando su recorrido hasta dirigirnos desde una mirada más internacional, hacia la contienda existente entre la Unión Soviética y los Estados Unidos; conflicto que extiende sus límites y se manifiesta incluso en el mundo del ajedrez.


Sin dudas este contexto de continuas presiones en busca de la perfección, hará estragos en la vida de Elizabeth, quien gracias a la audaz interpretación de Anya Taylor-Joy, el espectador logra ser testigo de los grandes cambios (físicos, anímicos y psíquicos) que la protagonista va padeciendo para poder soportar el peso de una vida como prodigio.​

La clave de toda su historia se apoya en ​ el desequilibrio reinante entre la seguridad que el tablero de ajedrez ofrece a Beth, y un mundo exterior que la sacude de un lugar a otro, en medio de todo tipo de transformaciones, que sortea entre drogas y alcohol, elementos que le permiten coexistir entre un mundo y el otro. ​


A modo de cierre, no puedo dejar de alabar la puesta en escena de "Gambito de Dama", la cual se muestra a la altura de su narrativa, y ofrece escenarios sumamente logrados, siempre en comunión estética con el ajedrez, anteponiendo la idea de que Beth es un ser distinto, un bicho raro en un mundo de gente común, incapaz de apreciar el arte que esconde su genialidad.​

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