La frase que afirma que "detrás que cada hombre hay una gran mujer" es una que hemos escuchado hasta el cansancio. En esta historia funciona como una referencia para expresar cómo es que la vida de Joan (Glenn Close) encuentra su razón de ser en Joe (Jonathan Pryce) a quien acompaña a lo largo de su carrera de novelista, preparando el terreno para que este se convierta en un rey dentro del universo literario.
Joe Castleman es un reconocido escritor a quien al comienzo de esta historia se le informa que ha ganado el premio Nobel de literatura gracias a su invaluable trayectoria. A partir de esta noticia es que él y Joan emprenden un viaje desde América hacia Europa para asistir a la ceremonia de premiación. Sin embargo este viaje además de figurativo, se convertirá en un viaje espiritual para Joan, quien nos mostrará a través de sus memorias, el camino recorrido desde su juventud para convertirse en "la buena esposa" (título que recibió el film en Latinoamérica).
No es de extrañarse que desde el comienzo de la cinta, el espectador note ciertas actitudes y falta de química entre los protagonistas, ya que la historia denota tensiones y roces que el mismo avance del relato nos irá hilvanando hasta depositarnos sobre una insostenible verdad.
Este film de 2017 fue dirigido por el sueco Biyon Roush, a quien destaco en este caso por la estructura y ritmo que le otorgó al relato. Si bien el primer y segundo acto es portador de momentos de sumo detalle y lentitud, les prometo que ya para el desenlace del film, sentirán que habrá valido la pena lo esperado, ya que la misma tensión volcará al espectador en un camino vertiginoso del que solo querrá saber más y más sobre los pormenores de este singular matrimonio.
Otro de los puntos fuertes es sin dudas el elenco de ensueño que supieron reunir, empezando por supuesto por la performance de Glenn Close, quien acapara cada escena, no solo con lo que dice, sino a partir de sus silencios y gestos que transmiten más que mil palabras. No es de extrañarse que en 2018 haya estado en boca de todos por las nominaciones y galardones que este papel le regaló en los Golden Globes, los BAFTA, Critics Choice Awards, el premio del Sindicato de Actores y por supuesto, el lugar que obtuvo en los premios Oscars.
Por su parte, Jonathan Pryce si bien siempre actúa de manera majestuosa, es su generosidad y la jerarquía bien marcada desde el guión, la que en este caso su rol está limitado a acompañar el ritmo que marca Close en cada escena.
Y en tercer lugar, la mención honorífica se la lleva Christian Slater, quien a pesar de no ser un personaje participante de todas las escenas, cuando lo hace es quien aporta al espectador los más poderosos indicios para encender la chispa sobre el relato: la escena del bar junto a Glenn Close es por sí misma digna de una ovación de pie, donde los intérpretes atraviesan todos los estados anímicos en menos de cinco minutos, para finalmente convertirse esta en el punto de inflexión de la película.
A modo de conclusión agregaré que lo que más me gustó es de The Wife es su metarelato, y la forma en que se mete en temas controversiales,desafiando los estereotipos y marcando su lineamiento ideológico a partir del uso de recursos cuasi teatrales.
The Wife es una cinta con aires literarios desde su construcción, inspirada en un público exigente. El realizador no subestima ni por un segundo a su audiencia y le entrega un producto exquisito, del que tan solo pide a cambio un poco de paciencia hasta que las piezas comiencen a encajar y así el relato cobre vida por sí solo.
