La historia se desarrolla en Los Ángeles, en la década de los 90, dónde Joe 'Deke' Deacon (Denzel Washington) un experimentado policía, ahora refugiado en un pueblito de Estados Unidos, se cruza con Jim Baxter (Rami Malek), un motivado e implacable policía de L.A que pretende encarna a una versión más joven (y esperanzada) de Deacon.
El motivo de este cruce es impuesto por la presencia de un asesino serial de mujeres del cual nadie tiene pistas, y se vuelve una obsesión para Baxter y reabre las puertas del infierno para Deacon.
A lo largo del metraje ambos deberán coexistir en búsqueda de la verdad, anteponiendo como hilo conductor a la ambición de Baxter frente a la experiencia de Drake, sobre un trasfondo que expone cómo es la vida de un policía luego de tener un contacto tan directo con la mente de un asesino.
La película se va construyendo desde el presente pero regresando continuamente hacía aquellos momentos en que Deacon quedó marcado para siempre por su trabajo, volviéndolo incluso un ser descreído del sistema de justicia (y porque no, de la naturaleza humana). A medida que la obsesión de Jim se desenfrena, Deacon hará lo imposible para que a "su protegido" no le ocurra lo que a él, una víctima de aquellos pequeños detalles que no te permiten volver atrás.
John Lee Hancock (Emboscada Final, El Fundador) desarrolla un thriller que si bien a simple vista toca lugares comunes sobre asesinatos seriales, se desmarca del resto poniéndole el acento al desarrollo de personajes, marcando muy bien esta dualidad de caracteres entre ambos policías. La ambición y el tormento son elementos que funcionan como guía a lo largo de su recorrido, y se hacen más presentes sobre el final del relato.
Me gustaron mucho las locaciones y escenarios elegidos para recrear la noche de los 90s, retratada en tantos films noir de la época.
En cuanto al elenco, funciona de maravilla (quizás un poco más de fuerza en Washington que en Malek) y en función de no spoilear, solo diré que este contiene algunas sorpresas que enriquecen la historia y la pantalla para el deleite del espectador. Está muy marcada la mano de Hancock para dirigir a sus intérpretes y otorgar un tono uniforme, entre siniestro y verosímil en el relato.
"The Little Things" tiene un muy buen gancho ya desde su prólogo, el cual se sostiene a medida que se desarrolla, y eso la convierte en un film decente; pero en lo personal me sentí cautivado por su muy bien ejecutado plop point (giro argumental) que te obligará a esperar inclusive hasta los últimos segundos de metraje para descubrir si al final la redención fue más fuerte que aquellas obsesiones que bajo circunstancias equívocas, cambiarán el curso de tu vida de manera irreversible.