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Review de "Borat 2: siguiente película documental" (Jason Woliner, 2020)


Desde su lanzamiento el 23 de Octubre por Amazon Prime Vídeo, nadie se vio venir que Sacha Baron Cohen aprovechó el contexto de pandemia para devolvernos a uno de sus personajes tan controversial como querido por el espectador: Borat, este periodista proveniente de Kazajistán, quien en su afán por limpiar su imagen (luego de los episodios en la primera entrega de 2006), es enviado nuevamente a Estados Unidos para dejar bien parado a su nación frente a los líderes norteamericanos.



Después de 14 años y bajo la dirección de Jason Woliner, Baron Cohen se vuelve a calzar el disfraz de Borat y aterriza en Norteamérica, junto a su hija (mención aparte la labor extraordinaria de María Bakalova) para explotar el don lo hace inconfundible: incomodar incluso a la figura mejor posicionada dentro del ambiente público o privado, sin distinguir cargo o estatus social, en busca de obtener el retrato más fidedigno posible de la sociedad norteamericana actual.



En cuanto a su estructura, el film se escuda una vez más bajo el falso documental, con recursos tomados del Road Trip, dónde figuras de diferentes Estados, no tardarán en caer en la trampa que Baron Cohen (portador de una ingenuidad simulada) va hilando desde las preguntas políticamente incorrectas que realiza, para exponerlos a mostrar a aquella que resulta siendo la verdadera cara del ciudadano norteamericano promedio.


El resultado de esta serie de "relatos" crea una instantánea empatía entre el protagonista y el espectador, a través de un contrato implícito dónde la audiencia realmente se ve y siente invitada de honor ante esta tomada de pelo internacional.



Sin importar las repercusiones que tanto delante como fuera de cámara acompañaron al personaje, al actor y al realizador, Borat siempre estuvo ligado al escándalo ya que desde su primera aparición hace casi 15 años, hubo muchas personas disgustadas con el resultado del film: me refiero justamente a los entrevistados que no sabían a lo que se estaban exponiendo, no solo por el alcance de la película, sino por el tono ya distintivo de Borat, a quien no le importa hacer el ridículo, siempre y cuando no sea el único expuesto del relato.


La excusa de hacer una segunda parte no es casual, ya que esta se desarrolla durante un contexto previo al estallido de la pandemia y durante una de las más reñidas contiendas políticas encabezada por Joe Biden y Donald Trump.


La pregunta obligada en este punto es indagar si un film de este calibre puede ayudar al desequilibrio de la campaña de un candidato presidencial. La respuesta sin duda se contesta al final de esta producción, la cual no solo busca meterse en el lado político de EEUU, sino que pretende desenmascarar a una sociedad notablemente polarizada, en donde el norteamericano promedio manifiesta su paranoia, su miedo al extranjero, lo que lo llena de incertidumbre y ahí es donde entra Borat para poner las cosas mucho mas incomodas.



En síntesis, "Borat 2" no viene a repetir viejas recetas sobre comedia y el entretenimiento, sino que Baron Cohen pone su talento, recursos e información al servicio del espectador, a partir de una historia a la que no le faltarán preguntas sobre la pena de muerte, el aborto, la trata de personas, el sexismo, la misoginia, el racismo, la supremacía blanca y las desigualdades económicas; tópicos centrales brindados para que el espectador (sobre todo el yankee) tome conciencia de cuáles son los verdaderos logros ( sociales y culturales) que esta última administración ha cosechado en suelo norteamericano.

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